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RUINAS DE LA VEGA

La ciudad de La Vega fue de los primeros establecimientos coloniales. Fue fundada por el propio Almirante Cristóbal Colón en tierras del cacique Guarionex en el año de 1494, siendo construida más tarde con materiales nobles.
Fue de las ciudades más importantes de los comienzos de la cultura europea en América, y también un centro urbano que contó con acueducto, fundición, iglesia, y otras importantes dependencias.

En la iglesia de La Vega Vieja, como se le ha llamado tradicionalmente, y en épocas de Diego Colón, dijo el Padre Fray Bartolomé de las Casas su Misa Nueva, cuando se ordenara sacerdote.
El terremoto del año 1562, que destruyó igualmente la ciudad de Santiago de los Caballeros, echó por tierra la ciudad, y el tiempo se encargó de cubrirla de tierra y desperdicios. En los principios del presente siglo el arquitecto Onofre de Lora tomó "prestados" elementos materiales -piedras y materia prima- de la ciudad, para usarlos en la iglesia del Santo Cerro, llevándose parte importante de las ruinas.
Con el terremoto de 1562 la ciudad fue trasladada cerca de donde actualmente se encuentra, ya que sufrió varios cambios de localidad. Muy cerca de La Vega Vieja se construyó el monasterio franciscano -primero de América-, con cabida para numerosos acólitos y con la finalidad de impartir la fe cristiana entre los indios de la región. En la zona trabajó y recogió sus leyendas indígenas el Padre Fray Ramón Pané, quien luego entregara al propio Cristóbal Colón su Relación Acerca de las Antgüedades de los Indios, publicada en la Biografía de Cristóbal Colón escrita por Fernando Colón, su hijo, y glosada en las obras del propio Padre Las Casas.
La Vega Vieja presenta hoy, luego de muchos años de excavaciones arqueológicas discontinuas, apenas un diez por ciento de cuanto allí existe. El fuerte de La Vega se conserva en muy buenas condiciones, así como pisos, y muros de muy diversas casas y dependencias del centro del poblado. E. Walter Palm consideraba que La Vega debería excavarse científica y completamente, por ser una de las pocas fundaciones del siglo XV la que nos podría dar una visión de como fueron las plantas o planos de los primeros asentamientos urbanos europeos en América.


Fue la tierra de la cual se enamoró el almirante europeo, conquistador del siglo XV, quien escribió en su diario que nunca había visto cosa igual, exuberante en su naturaleza y cálida en su corazón.
La villa de La Vega fue fundada entre los siglos XV y XVI y en ella se estableció el Fuerte de la Concepción, que defendía el sitio de cualquier ataque terrestre.
Tras las violentas y poco agradables experiencias vividas por los hombres de Cristóbal Colón en La Navidad y La Isabela, territorios que como toda la isla eran el hogar de los taínos, los que quedaron de ellos se refugiaron tierra adentro, con la intención también de explotar el oro recién descubierto por esos lares.
El esplendor de esta ciudad medieval se debió sobre todo a ese oro y las maderas preciosas que crecían silvestres en las campiñas y que eran exportadas hacia España por las huestes coloniales.
Hay en el lugar restos de lo que fuera la fortaleza, el acueducto, la catedral y una que otra casa de los nobles, que eran de mampostería y según las crónicas de la época eran 105 viviendas de este tipo.
Los plebeyos vivían un poco más retirados y sus casas eran de madera y tejamaní con techos de cana. La Dirección Nacional de Parques, con el apoyo de la Universidad de Gainsville, Miami, ha iniciado un proceso de rescate de toda el área que era esta villa, además de poner en valor los restos hasta ahora descubiertos de la Villa de La Vega, donde estuvo la primera casa de acuñación de monedas en las tierras recién conquistadas. La Comisión para la Puesta en Valor de La Vega Vieja está integrada además de la Dirección Nacional de Parques, por la Universidad Tecnológica de Santiago, el padre Benito Angeles, Francisco Torres Petitón, el Consejo Presidencial de Cultura, los museos Nacional del Hombre Dominicano y de Historia y Geografía, así como la Comisión de Rescate Submarino.