Rio Camu: Este río, leyenda viviente y principal fuente acuífera ligada a la vida y a la historia de La Vega, agoniza ante la indiferencia de todo un país indolente. El río Camú, regalo maravilloso de la naturaleza, el cual abraza la accidentada anatomía de la ciudad de La Vega, saciando la sed de todos los municipios a los que toca, especialmente la de los terrenos agrícolas de las ubérrimas tierras del valle de La Vega Real, sigue sin dolientes que clamen y trabajen por la detención del vil asaltado de que ha sido victima.
El Camú, agua donde fueron bautizados los primeros cristianos del continente americano, también fue utilizado en los principios del siglo XIX para transportar las mercancías y productos agrícolas que dinamizaron la economía de esta región, para lo cuales eran usadas goletas y barcas con base plana a fin de evitar que se atascaran en los puntos de poca profundidad.
Hoy, los veganos de manera inconsecuente e injustificada hemos cambiado su curso y su historia. Hoy el Camú no es más que un lugar ensuciado y contaminado al cual le han extraídos de sus entrañas indiscriminadamente arena, grava y cascajo, maltratando y deforestando su cuenca y agotados casi todos de los arroyos que lo alimentan.
Este crimen, contó con la complicidad de una población que por miedo o complicidad se mantuvo en silencio, unos por temor a la represalia de los sicarios de la tiranía y otros por los beneficios que obtenían de esta. Solo dos prestantes damas de esta sociedad se atrevieron a oponerse a esa acción, mujeres ejemplares que enarbolaron el estandarte de la dignidad. Ellas fueron la profesora Rhina Espaillat y la señora Delia García Godoy, las cuales por su posición fueron apresadas y vejadas por el régimen. Estas fueron las únicas voces de indignación que se escucharon, por lo que merecen hoy nuestro respeto y consideración.
Hoy esta generación ha pagado muy caro esta acción y las consecuencias han sido la-mentables en pérdidas de vida humanas y daños materiales, el río se ha cobrado el mal que le hicieron los de ayer y se cobrará la indiferencia e irresponsabilidad de los ciudadanos de hoy.
El Camú, el principal río de la provincia de La Vega, nace en la Cordillera Central, en la loma de la sal, en la reserva de ébano verde, haciendo un reco-rrido por las llanuras veganas y del Cibao Central de 101 kilómetros, desembocando en el Yuna, en la provincia de San Francisco de Macorís. Sus afluentes principales son: el río Licey, con 64 kilómetros, Jima, con 39, y los arroyos Yamí, Bayacanes, Pontón, Guaigüí y Cenoví. Su cuenca, ubicada entre los paralelos 8-05 y 18 –21 de latitud norte y 70-30 y 70-38 longitud oeste, con un área de 2,351 Km2, donde habitan más de 375 mil personas, con una densidad de población superior a 145.9 habitantes por kilómetro cuadrado.
La salvación del Río Camú es una obligación de todos los veganos y de todos los dominicanos, sin distingo de posición social, económica, política, religiosa, en fin es un compromiso impostergable de esta ge-neración. El grito de guerra ha sido lanzado, ojala que seamos capaces de reflexionar sobre esta desgracia. Ojala que el Estado dominicano preste la importancia que el Camú merece. ¡La muerte del Camú será la muerte de La Vega!.
El Camú, agua donde fueron bautizados los primeros cristianos del continente americano, también fue utilizado en los principios del siglo XIX para transportar las mercancías y productos agrícolas que dinamizaron la economía de esta región, para lo cuales eran usadas goletas y barcas con base plana a fin de evitar que se atascaran en los puntos de poca profundidad.
Hoy, los veganos de manera inconsecuente e injustificada hemos cambiado su curso y su historia. Hoy el Camú no es más que un lugar ensuciado y contaminado al cual le han extraídos de sus entrañas indiscriminadamente arena, grava y cascajo, maltratando y deforestando su cuenca y agotados casi todos de los arroyos que lo alimentan.
Este crimen, contó con la complicidad de una población que por miedo o complicidad se mantuvo en silencio, unos por temor a la represalia de los sicarios de la tiranía y otros por los beneficios que obtenían de esta. Solo dos prestantes damas de esta sociedad se atrevieron a oponerse a esa acción, mujeres ejemplares que enarbolaron el estandarte de la dignidad. Ellas fueron la profesora Rhina Espaillat y la señora Delia García Godoy, las cuales por su posición fueron apresadas y vejadas por el régimen. Estas fueron las únicas voces de indignación que se escucharon, por lo que merecen hoy nuestro respeto y consideración.
Hoy esta generación ha pagado muy caro esta acción y las consecuencias han sido la-mentables en pérdidas de vida humanas y daños materiales, el río se ha cobrado el mal que le hicieron los de ayer y se cobrará la indiferencia e irresponsabilidad de los ciudadanos de hoy.
El Camú, el principal río de la provincia de La Vega, nace en la Cordillera Central, en la loma de la sal, en la reserva de ébano verde, haciendo un reco-rrido por las llanuras veganas y del Cibao Central de 101 kilómetros, desembocando en el Yuna, en la provincia de San Francisco de Macorís. Sus afluentes principales son: el río Licey, con 64 kilómetros, Jima, con 39, y los arroyos Yamí, Bayacanes, Pontón, Guaigüí y Cenoví. Su cuenca, ubicada entre los paralelos 8-05 y 18 –21 de latitud norte y 70-30 y 70-38 longitud oeste, con un área de 2,351 Km2, donde habitan más de 375 mil personas, con una densidad de población superior a 145.9 habitantes por kilómetro cuadrado.
La salvación del Río Camú es una obligación de todos los veganos y de todos los dominicanos, sin distingo de posición social, económica, política, religiosa, en fin es un compromiso impostergable de esta ge-neración. El grito de guerra ha sido lanzado, ojala que seamos capaces de reflexionar sobre esta desgracia. Ojala que el Estado dominicano preste la importancia que el Camú merece. ¡La muerte del Camú será la muerte de La Vega!.
1 comentario:
Lastima que aún estemos apoyando a los políticos secuestradores
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